El sistema límbico es el que se encarga de procesar nuestras emociones. Es un sistema muy arraigado a la memoria emocional. Aquí se controlan las emociones de miedo, coraje y necesidad sexual. Cuando este sistema aprende algo, se le hace difícil olvidarlo. Pero no es imposible cambiarlo utilizando mecanismos de reaprendizaje a través de la respiración consciente que modula y reduce el tamaño de la amígdala en el interior de este sistema.
Esta glándula de la amígdala cerebral es
parte esencial en el sistema límbico.
Este conjunto se encarga de los aspectos de las emociones que se vinculan con los estados de supervivencia del ser humano. Es muy primitiva, pues su mecanismo está hecho para responder de inmediato a situaciones de peligro. A esta respuesta se le conoce como el efecto de “Fight or Fly” (pelea o vuela). Ante un evento peligroso, hace que reaccionemos peleando o huyendo para salvarnos.
Sin embargo, el continuo estado de estrés al que estamos sometidos en nuestro diario vivir, (unas personas más que otras), hace que segregemos cortisol en nuestro cuerpo. A mayor estrés, más cantidad de cortisol se segrega. El cortisol es dañino. Es como un veneno lento en nuestro cuerpo. El exceso de esta hormona va intoxicando nuestro organismo. La intoxicación de cortisol va dañando tejidos, células, todo nuestro cuerpo, baja nuestras defensas inmunes, nos enferma y deteriora los órganos.
El cortisol también perjudica nuestro sistema límbico. Cuando esto sucede, nuestra amígdala se sobre activa e interpreta cualquier cosa como un peligro. Esto es lo que se conoce como ansiedad y en el estado extremo, los ataques de pánico.
La amígdala cerebral está en el centro de nuestro sistema límbico. Aquí se procesan también los pensamientos de preocupación.
Algo bueno es que a través de la meditación Mindfulness podemos ir revirtiendo esa sobre activación de la amígdala, la vamos reduciendo en tamaño y vamos reparando su atrofia.
Este proceso no es inmediato. Toma unas 6 a 8 semanas en que comencemos a ver los cambios. Pero si realizamos la práctica de meditación Mindfulness diariamente, este efecto será maravilloso.
La práctica no se debe abandonar porque entonces podría revertirse la amígdala si la persona continúa bajo estados de estrés. Es necesaria la práctica continua, diaria de al menos unos 20 minutos. La persona debe buscar un espacio tranquilo y separar ese ratito como una medicina. Según se practique, se va acostumbrando el cuerpo y se deleita la práctica cada vez más porque se siente de inmediato la calma que produce observar la respiración de manera conciente.
Es precisamente este ejercicio de observar nuestra respiración, de mirar nuestros pensamientos y dejarlos ir regresando a nuestra observación del aire que respiramos, lo que crea un efecto sanador en el cerebro. Este foco de atención, desarrolla una serie de capacidades que nos permiten controlar esa ansiedad y eliminarla completamente.
Al mismo tiempo, como la ansiedad a veces está vinculada a la depresión, se mejoran los estados de ánimo en general, ayudando a superar la tristeza y reemplazándola por alegría y bienestar.
Cuando hemos vivido una experiencia fuerte en emociones, es aquí donde se almacena ese recuerdo, junto con el resto de los sistemas neurológicos. A mayor emoción, más se guarda en la memoria un evento. Situaciones o eventos de tragedias, muertes, desastres ambientales colectivos, guerras, experiencias personales traumáticas como abuso sexual u otros, tienden a tener una carga emotiva grande. Esta carga fuerte hace que se guarde con más precisión en la memoria emocional. Este factor es precisamente importante en los procesos de aprendizaje. Porque aquello que aprendemos con intensidad emocional, se queda en nuestra memoria. Así que si por un lado, la emoción ayuda a guardar una idea para aprender algo bueno, por otro lado, puede ser un arma de doble filo cuando se trata de una emoción que nace de una experiencia traumática. Ambas emociones se van a guardar igual.
Es importante conocer cómo funciona nuestro sistema límbico y su amígdala para poder revertir cualquier atrofia y regresar a nuestras emociones de control, paz, calma y felicidad a través de la meditación Mindfulness. Porque es bueno guardar y retener recuerdos e ideas agradables, pero no queremos guardar emociones de traumas que sobreactiven al punto de alarma de supervivencia nuestra amígdala cerebral. Este factor lo debemos controlar a nuestro favor.
Los medicamentos ansiolíticos, al principio de un tratamiento van a calmar a la persona y a ayudarla a mejorar los estados críticos de ansiedad o pánico. Pero estos ansiolíticos no curan la ansiedad, solamente calman el sistema nervioso atenuando la sensación de las emociones de miedo y ayudando a recuperar el sueño. Solamente la práctica de la meditación, revierte la amígdala a su estado de salud y plenitud.
Conociendo esta información y el mecanismo del sistema límbico, no nos queda otra que incorporar la práctica de la meditación Mindfulness a nuestras costumbres de salud en nuestra vida cotidiana. Caminar es gratis. Meditar y respirar también son gratis. Y ambas prácticas nos sanan.
Dra. Zoé Jiménez Corretjer
Psicóloga
Certificada en Neurociencias y Neuropsicología
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