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La enfermedad como un valor de transformación | Dra. Zoé Jiménez Corretjer

Estamos en el Siglo XXI experimentando la angustia de algo tan medieval como una pandemia. Cuando nos creíamos altamente sofisticados, postmodernos, invulnerables, un mero virus tan pequeño e invisible nos cambió la vida. Y es que esta existencia es cíclica y todo se repite. Quizás, porque este tiempo en el planeta es un paseo en una especie de tíovivo azul, un paseo en globo infundado de fantasía. Estamos existiendo en este planeta de manera temporera, por lo tanto, nuestra eternidad no está construida para quedarnos metidos girando, rotando, o en traslación eterna. Dicen que la experiencia nos enseña. Y tal parecería ser que estar aquí en esta vida es una lección eterna. Con qué propósito? Bueno, para eso mejor nos dedicamos a leer filosofía. Quizás les comparta alguno de mis ensayos sobre ese tema otro día. Pero hoy voy a plantearles la idea de que nosotros como seres humanos podemos aprender hasta de la enfermedad. Por el momento, esa es una "filosofía positiva". Miremos el mundo desde una óptica vital, positiva, de regeneración y transformación.

Todos nos hemos sentido enfermos en muchas ocasiones. Algunos incluso, más cerca del borde con la muerte. Y si bien nadie de nostros desea estar enfermo, debemos ver la enfermedad como una oportunidad para mirarnos hacia dentro. De qué estamos hechos? Cómo estamos construidos? Cuán fuerte es nuestro cuerpo? Somos tan frágiles como para deshacernos en polvo? Cuán fuerte es nuestro ego? Te has preguntado cuán cerca vivimos de la muerte? Es como si viviéramos tomados de la mano de ella...


A todos nos tocará morir. Cuando enfermamos debemos ver ese momento como una oportunidad de cambio. Visualizarnos vulnerables ante el universo, pero entender que el propósito de esta vida debe esconder razones más intrínsecas que el mero capricho de una naturaleza que nos ha puesto aquí sin decirnos nada. Enfermamos, pero cuando sanamos volvemos a renacer y a valorar lo que tenemos.


En estos momentos del Siglo XXI debemos aprovechar la ocasión para reflexionar sobre el cambio que podemos tener y que podemos causar. Ese cambio puede ser en nosotros mismos y en los demás. Si le damos a la enfermedad y al dolor una connotación de conciencia de aprendizaje, el sufrimietno sería menor. Entonces lo transformamos.


Es cuestión de aceptar y no vivir en el miedo. Esta tarde hablaba por teléfono sobre el Covid con una amiga. Me comentó que no quería infectarse de Covid, que ese horrible virus podía traernos consecuencias futuras en el organismo. Y estaba tomando el medicamento antiviral para evitar consecuencias. Me compartió unos cinco artículos científicos sobre diversos temas acerca de las posibles secuelas... De momento, comienzo a leerlos y me di cuenta que estaba activando mi amígdala cerebral, creando exceso de ansiedad por un futuro que no podía controlar. Inmeditamente dejé de leer esos artículos y caí en cuenta de que iba a ser víctima de mi propia angustia. Para qué iba a preocuparme por algo que no sé si podría pasar? Por qué iba a causarme exceso de sufrimiento por algo que nadie tiene control en estos momentos de la vida. Hasta los científicos están locos estudiando todo acerca de la enfermedad y seguramente todo lo que necesitemos saber se irá descubriendo poco a poco en la marcha de la vida misma.


La mayoría de nosotros actuamos así. Nos creamos desasosiego por el pasado, nos culpamos de cosas que hemos hecho o nos arrepentimos y nos castigamos, nos frustramos por no haber realizado algo y somos excesivamente estrictos con nosotros mismos. Y si no es por algo del pasado, nos enfocamos obsesivamene en el futuro creándonos ansiedad. Si tenemos exceso de pasado, nos deprimimos y entristecemos. Si tenemos demasiado futuro por delante que no podemos resolver, explotamos de ansiedad y estrés. Podemos entonces caer en un laberinto de angustia existencial.

De ahora en adelante, preocúpate por lo que tú puedas controlar en el momento. No guardes arrepentimientos. Tampoco te obsesiones demasiado por aquellas cosas que no podemos controlar del mañana. Si algo va a pasar que está fuera de nuestras manos, lo debemos aceptar tal y como vino. Es una lección de la vida. En las filosofías orientales, específicamente en el budismo, se enfoca en el vivir en el 'aquí y en el ahora'. De esta manera se crea un espacio psicológico en nosotros que nos permite disfrutar de la existencia en vivo y a todo color. El momento presente es el momento perfecto.


Hace poco leí esta frase que anoté en un papelito amarillo y lo pegué en el monitor de mi computadora. Dice: "HOME IS THE PRESENT MOMENT". Esta frase dice tanto... Lo único que tenemos es este instante perfecto que es el presente. Y este presente es el que somos, el presente es nuestra realidad, nuestra vida, nuestro cuerpo presente y nuestra consciencia presente. El hogar, nuestra casa perfecta es el presente. Y si lo observamos de esta manera, el presente se hace eterno. Entonces, nos volvemos más tranquilos, vivimos con más sosiego. Porque la aceptación del presente nos calma. Por eso es que la práctica del Mindfulness acude a crear la conciencia de este momento presente. A que enfoquemos nuestra atención en el instante perfecto en que estamos respirando. Claro! que esto también tiene unas repercusiones neurológicas. El ejercicios de la respiración conciente ajusta nuestras sinapsis, realambra nuestros circuitos neuronales y cambia favorablemente nuestro cerebro. Incluso, fortaleciendo nuestro sistema inmunológico y retrasando enfermedades neurodegenerativas.

Así que cuando te sientas enfermo, o simplemente te sientas mal. No mires al pasado para reprocharte. Tampoco pienses mucho en las consecuencias futuras. Piensa que es una oportunidad de reflexionar, pensar y hacernos conscientes de nuestra vida y del momento presente. Y que en este ejercicio podemos alargar más la vida. Mira la enfermedad como un punto de partida hacia la transformación. Mira los contratiempos existenciales y los problemas cotidianos como un espacio para cambiar. Debemos aprovechar lo que la vida misma nos enseña con el dolor, con la pena y con la enfermedad. Y darle nuestra cara positiva para que mientras estemos en este planeta, hayamos sacado lo mejor de nosotros mismos. Estando presentes podemos ayudar a otros y podemos dar amor. Y esa transformación será la que nos lleve al salto cuántico, al próximo viaje, en algún otro tíovivo, o en algún otro espacio terrenal o sideral del que aún no tenemos idea.

Mientras tanto vive feliz, acepta la vida tal cual, ama a tu prójimo, dedicate tiempo para quererte, la autocompasión es sanadora. Respira siempre con conciencia, vive.

Dra. Zoé Jiménez Corretjer Humanista y Psicóloga





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