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"El mecanismo de la ansiedad y cómo la podemos controlar." Dra. Zoé Jiménez Corretjer


Sabemos que hay dos tipos de angustia que para nada nos gustan: una es la depresión y otra es la ansiedad. La depresión puede ser orgánica, eso significa que pudiera ocurrir como respuesta a un desbalance químico del cuerpo ya sea por niveles bajos de serotonina, disminución en norepinefrina o dopamina o por falta del neurotransmisor GABA. La depresión también puede tener causas hereditarias o surgir por el impacto de algún suceso en la vida que afecta nuestro estado anímico de un modo más intenso. Se dice también que la depresión es exceso de pasado... Si acumulamos demasiados recuerdos negativos, reforzamos tristezas en la mente, anclamos el dolor en nuestro sistema, esa depresión está alojándose más fácilmente en nuestra psiquis.


Por otro lado, la ansiedad que es ese sentimiento de urgencia, nerviosismo, miedo o angustia que se presenta como una anticipación. La ansiedad tiene otros matices, puede presentarse solo como un sentimiento angusitioso que causa exceso de preocupación mental, o puede nace de un pensamiento excesivo que cause el sentimiento de la ansiedad. De la misma forma está asociada otros trastornos obsesivos o a la misma depresión. A veces éstos pueden ocurrir a la par. Cuando una persona está pasando por una crisis de angustia, es posible que haya un poco de los dos, de depresión y de ansiedad. El psicólogo o el psiquiatra sabrá medir los niveles de estos estados y trabajarlos para mejorar. En ambos casos se pueden utilizar las terapias psicofarmacológicas junto a terapias psicológicas, o si son estados leves o moderados, solo con terpai psicológica se podrían trabajar. Tenemos entonces estos dos polos, la depresión como exceso de pasado y la ansiedad como exceso de futuro.


Hoy quiero entonces explicarte cómo podemos trabajar esa sensación de ansiedad que en ocasiones, si se vuelve severa puede caer en estados de pánico. Antes debo explicarte un poquito de la fisiología cerebral para que comprendas mejor el mecanismo de la ansiedad. Te lo presentaré de la forma más sencilla y básica. Nosotros tenemos en nuestro cerebro un área que se llama el sistema límbico. Aquí se procesan las emociones. Dentro de este conjunto, están parte del cuerpo calloso, el núcleo caudate, el tálamo, el núcleo amigdaloide, entre otras partes. En esta área está ubicada una glándulita que se llama amígdala. Esta glándula es la responsable de activar las funciones de respuestas humanas ante el peligro. Creemos que la tenemos ahí en nuestro cerebro porque fue útil en el comienzo de la supervivencia del ser humano. Es una respuesta primitiva del ser humano para su defensa.


Lo que sucede cuando tenemos ansiedad es que esta glándula está sobre alterada y está enviando mensajes de alerta al cuerpo sin ninguna razón y en exceso. Esto puede pasar porque hemos permitido que interprete mal las señales, ya sea imaginándolas o creyendo que son cuando no son; o anticipando demasiados momentos de manera incontrolada. Nuestro pensamientos anticipatorios pueden estimular esta glándula y esto va a generar alteraciones y estados de ansiedad. Ese desequilibrio crea una activación exagerada de peligro constantemente. Pero qué sucede en nuestro cuerpo cuando estamos ansiosos? Pues que nuestra respiración es más corta, llanita, rápida y no estamos consumiendo el aire suficiente ni el oxígeno que necesitamos. Cuando respiramos cortito y rápido, el mensaje que le estamos enviando a esta glándula amigloidea, es que estamos en peligro. Y seguramente no lo estamos.


Pero el cerebro no sabe distinguir el peligro real del imaginado y va a activar la amígdala con el propósito primigenio de enviarte un mensaje de alerta y peligro, que en ese momento no es real. Esto con la intención de que pelees o de que huyas. Por eso se dice que se activa el mecanismo de "fight or fly". Si conocemos y entendemos el mecanismo, podamos engañar a nuestro cerebro, precisamente con la respiración. Respirando pausadamente, con inhalaciones profundas y largas es LO OPUESTO a la respiración que activa el sentido de alarma de "huir o pelear" en nuestro sistema. Al controlar la respiraión de esta manera, el mensaje que se genera en el sistema límbico es otro; sería el opuesto a la ansiedad. Entonces obtenemos control, tranquilidad y bienestar.


Esto es como todas las cosas importantes y poderosas, son fáciles y están ahí para nosotros, pero no las llevamos a cabo y la mayoría de las veces, teniendo esta herramienta, permitimos el control libre de la ansiedad, permitimos esos impulsos de supervivencia falsos en los momentos en que no los necesitamos. Este mecanismo es el que surge en una reacción verdadera de peligro. Sin embargo, la mayoría de las veces, las personas sufren la ansiedad y esta respuesta sin que haya un peligro verdadero y real. Un gran porciento de los pensamientos nos generan ansiedad. La mayoría pertenecesn a un peligro falso creado por nosotros mismos. La mayoría de nuestros pensamientos nos generan sufrimiento. Esto no debe ser así. Somos seres autónomos con sentido volitivo, es decir, voluntad decisional y raciocinio. Cuando te sientas así, debes detenerte y recordar este mecanismo, sentarte y respirar lenta y profundamente. Debemos aceptar lo que estemos pensando y buscar una idea positiva diferente en ese momento. Una vez pasado el momento de temos o estado de pánico, obligarnos a pensar más en cosas o situaciones verdaderamente agradables para bloquear así ese impulso primitivo de conciencia de supervivencia. Buscar entretenerte en cosas bonitas, lee libros diferentes, aprende cosas nuevas. Esto también generara mejores conexiones en el cerebro y estados de bienestar.


En muchos casos son nuestros propios pensamientos los que generan este estado de ansiedad. Debemos estar vigilantes a ellos porque pueden comenzar siendo molestosos pero podrían tornarse en lo que se conoce como pensamientos catastróficos. Esto es un problema de cognición donde exageramos la idea y aquello que nos atemoriza o nos preocupa lo engrandecemos y lo catastrofizamos. Esto causa nerviosismo y ansiedad y puede llegar a ser patológico. Hay pensamientos negativos, horribles, absurdos, pensamientos, palabras o imágenes que nos dan miedo o nos angustian. Puede que te preguntes con frecuencia por qué estás pensando eso si no te gusta nada. Es normal, todos lo hemos pensado, hemos tenido ese tipo de pensamiento negativo en algún momento. Es muy humano y no debemos dejarnos impresionar por ellos


Pensarlos demasiados es como torturarnos. Hay momentos en que hasta sabiendo que los odiamos, los pensamos y nos provocamos ese sentimiento de repulsión que nos lleva a la sensación de miedo y de ansiedad. Estas cosas a veces pueden pasar como mecanismos a otros trastornos o preocupaciones o puede deberse a una frustración anquilosada, un dolor o sufimiento que hayamos vivido y no hayamos sanado. En ese caso hay que descubrir la causa, ver si tiene algún sustrato inconciente, si se debe a algún trauma. Cuando esto pasa, lo que se recomienda es que no rechacemos el pensamiento o la idea o la imagen, sino que la reconozcamos, (aunque sintamos el pánico), la "observemos" y la dejemos estar. Sin que presentemos ningún tipo de rechazo o resistencia. Entonces la idea desaparece. Este ejercicio debe realizarse siempre que ocurra el pensamiento negativo o catastrófico y debe combinarse con prácticas de respiración mindfulness para mitigar la acción de la amígdala cerebral. De esa manera sosegamos el sistema límbico y sentiremos calma en nuestro cuerpo.




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